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Hacia finales del siglo XIX, el turismo tuvo un gran impacto en la producción de textiles en el suroeste norteamericano, especialmente en Nuevo México. Los tejedores indígenas e hispanos comenzaron a crear artículos, expresamente diseñados para el mercado turístico.
Un ejemplo de estos artículos es el telar decorativo navajo ilustrado aquí. Comúnmente estos telares combinaban dos textiles inconclusos, lo que demostraba la destreza de la tejedora y revelaba las técnicas de tejido que no suelen verse en los textiles ya acabados. Estas piezas fueron populares entre los turistas por ser pequeñas y ligeras, por lo tanto fáciles de transportar.
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